REFLEXIONES DE UN SER HUMANO

Reflexiones sobre las diferentes situaciones por las que pasamos en la vida, vistas desde un punto de vista abstracto y universal, y también con sentido común, sin radicalismos ni demagogias. Reflexiones sinceras sobre la vida y sus avatares.

jueves, 1 de mayo de 2008

Sobre el rencor y el rechazo

Quién no ha sentido alguna vez rencor por alguien que te ha jugado una mala pasada. Y quién, después del disgusto inicial, no ha sentido el regusto rancio del rechazo por esa persona. A veces se pasa tan rápido que casi ni nos enteramos, y volvemos a vivir... A veces se nos queda dentro, y nos encangrena la existencia. No podemos evitar estos sentimientos, porque somos humanos, tenemos un ego y somos nosotros quienes cuidamos de él, pero hay ciertos sentimientos que nos frenan como personas, y uno de los más potentes es el orgullo.

Me atrevería a decir que uno se queda más o menos dolido en una situación en función del orgullo que se atesora. Porque cuando nos hacen una faena cualquiera, siempre pensamos que no nos merecemos eso en retorno por nuestra amistad, confianza, etc..., pero si atesoramos mucho orgullo, la sensación crece como la masa de pan con la levadura. Y ahí empieza el verdadero círculo vicioso que no nos deja evolucionar para bien. El rencor provoca rechazo, el rechazo, odio, el odio, intolerancia, la intolerancia, tristeza, ésta a su vez, amargura, y al fín, ésta última nos recuerda aquel viejo rencor que alimenta tanto nuestro amado ego.

¿Que cómo podemos salir de este círculo? No es tan difícil. El primer paso es aquel concepto tan bíblico como es el perdón. El perdón es elevadamente liberador, para el perdonador y también para el perdonado. Al último le libera del peso de la culpa, que no es poco, y al primero le libera de su propio orgullo, que si lo colocamos en una balanza, puede que pese más que la otra. El perdón trae tolerancia, la tolerancia, desimportancia, y ésta última, libertad.

Vale, vale, que hay que ser bueno pero no tonto... , no se trata de eso. Se trata de perdonar como un acto sincero y liberador pero guardar esa experiencia -aquello de perdonar pero no olvidar- sin pensar en una posible venganza. Aceptar que el ser humano no es perfecto, que nosotros a veces inconscientemente, también hacemos daño a nuestros semejantes. A veces, este proceso exige una solución drástica, de separación física, de olvido mutuo... no hay problema si ya de corazón nos hemos liberado de esa carga. Lo importante es que vivamos en libertad con nosotros mismos, porque al fín y al cabo somos los únicos que podemos vivir nuestra propia vida.