REFLEXIONES DE UN SER HUMANO

Reflexiones sobre las diferentes situaciones por las que pasamos en la vida, vistas desde un punto de vista abstracto y universal, y también con sentido común, sin radicalismos ni demagogias. Reflexiones sinceras sobre la vida y sus avatares.

jueves, 24 de abril de 2008

Sobre la culpabilidad del fracaso

¿Qué puedo decir sobre esto que no se haya dicho ya? De aquella sensación amarga de arrepentimiento crónico, de aquella conciencia de una tonelada de peso... Vemos las consecuencias de nuestros errores y queremos volver atrás en el tiempo, con la esperanza de que la opción no escogida antes fuera la buena. Y nunca falta quien desde fuera, como Pepito Grillo, te recuerde aquello de "ya te lo decia yo"... Si las consecuencias son graves, la culpabilidad martillea tu cabeza con un martillo hidráulico, y es complicado pensar en otra cosa.

Pero vamos a viajar mentalmente por un momento fuera de este pozo oscuro, y vamos a tomar otra perspectiva. ¿Quién dice que somos perfectos?...¿Quien dice que no podemos equivocarnos?...¡Estamos en nuestro derecho!. La vida es una escuela constante, y los errores son una lección para todos, nadie se equivoca a propósito, ni porque quiere. Cada uno toma decisiones que nos marcan, y a veces no son las correctas. Tomamos decisiones a diario, y algunas no tienen las mejores consecuencias. Es frecuente. Más frecuente que los grandes dramas de la vida. Si cada 3 segundos muere un niño de hambre en el mundo, cada segundo se cometen millones de errores, y nadie le da importancia a éste último dato, porque, realmente, no tiene más importancia. Son sólo decisiones. Nuestra situación personal y nuestro ego alimentan el tamaño de nuestra frustración, pero hay que viajar mentalmente fuera del pozo, pensar que el fracaso puede ser una poderosa motivación, un escalón en lugar de un obstáculo, una experiencia de la que podemos salir fortalecidos -haciendo alusión al dicho "lo que no me mata me hace más fuerte"-.

El fracaso nos hace más sabios, más prudentes, a veces más temerosos, a veces más valientes, porque cuando se toca fondo, no hay nada que perder, sólo ganar. Pensemos en ello, si perdonamos y nos perdonamos los errores, seremos más libres para volver a empezar, livianos, sin arrepentimientos, ni resentimientos, ni culpas.